
Después de tanto amar, que va a quedarnos
Si no esta cicatriz que es la memoria
Jorge Valdéz
La Puerta Giratoria
Anoche te soñé estabas a mi lado, y un torrente tibio de lluvia mojaba nuestros cuerpos, tu lengua entraba a mi boca y yo jugaba a atraparla, el agua empapaba nuestros cuerpos y tú lluvia ansiosa por entrar en mi, esperaba mi aprobación para hacerme tuya y sembrar en mi vientre una vez más.
Por las calles corría un arrollo cristalino de lluvia, y nuestros zapatos estaban ensopados, el empedrado adquiría mas brillo, sonaba bajo nuestros pasos. Era verano empezaba a oscurecer y yo tenía tus brazos para sentirme fuerte.
Despierto y tengo en los labios el recuerdo de tu boca, tu boca, tu boca húmeda encontrando mi boca. Tu lengua como pez ansioso en el estanque dispuesto.
Ya es de mañana, permanezco envuelta en las sábanas, alcanzo a escuchar el sonido del viento que alocado toca desesperado en mi ventana, son los vientos de Santa Ana. Vienen a secarlo todo, a agrietar la piel, a secar los árboles y el pasto. Los colibríes a pesar del tiempo vuelven a aparecer después de su exilio, fugaces y juguetones, los descubro y me da saltos el corazón, la alegría es brisa y lluvia, la alegría es como el agua fresca y dulce de los cocos.
Tengo ansiosas las manos juego con ellas a recordar tu piel, pétalos suaves delicados como los geranios y las malvas, melancólica como la fragancia del Chanel número 5.
La mañana no descansa y sigue corriendo, avanzan las manecillas del reloj y tengo que retomar mis hábitos de animal domesticado, hervir agua para café, lavar una taza, sentarme a la mesa a solas a sorber amarguras y leer el diario nefasto, ver como los rayos de sol van cayendo tímidos en rebanadas iluminadas, enciendo la radio y la voz del locutor invade la sala donde espero den las 10, me arreglo el pelo y el corazón y salgo esperanzada a recorrer las calles que conquistamos, el autobús me arrulla con su rum, rum, y por la ventana miro la gran fila de gente que espera cruzar al otro lado, los vendedores agresivos que quiseran obligar a los choferes de los autos con placas de California a comprar sus mercancías, alargo la mirada y no te encuentro, me duele, y me distraigo con el vapor que sale del carrito del vendedor de elotes y lo comparo con los sahumerios de los tiempos prehispánicos, el muchacho mixteco bien pudiera ser un servidor del Templo del Sol.
¿Dónde estás? ¿A dónde se fueron tus manos y tus labios suavecitos, dónde se ocultan tus ojos de hoja verde de árbol traspasada por el sol?
Nadie me espera cuando bajo de el autobús viejo y pachorrudo, encuentro la banca donde me senté alguna vez contigo, y los jugadores de ajedrez se perdían en el tiempo, almacenaban alfiles a un lado del tablero, y el caballo trotaba soberbio derribando las piezas del adversario, ¿recuerdas cómo inventábamos historias acerca de ellos?
Cuando la tarde se desvanecía bajo la luna menguante, muchas veces fuimos al cafecito, tu leías versos de Alberto Blanco y sobre mi falda se despertaban los sentidos, agua fresca de palabras, belleza en cada verso, tu voz grave leyendo pausado igual que los latidos de tu corazón bueno.
Fugaces son los recuerdos, toda memoria es reconstruida y fraudulenta, escuché a Pancho decirlo, y quizás si, invento mis sueño y mis recuerdos, y mis palabras no sean mas que el reflejo de toda esta historia que invento.
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