20100129

ATMÓSFERAS DE REMEMORACIONES (TITULO TOMADO DEL LIBRO HACEDORES DE IMAGENES DE ROBERTO ROSIQUE)


Iban a dar las once de la mañana, cuando me llamo el Pancho, era 28 de Enero, lo que pronto dejaría de ser mañana, le daba paso a la tarde, Yo no había desayunado, apenas traía un café marino en el estomago, por que se termino el Folgers barato.
Cuando respondí el teléfono, el abuelo me dijo paso por ti en 26 minutos espérame abajo, yo estaba lavando los platos, y escuchando un cidi de Omara Portoundo, al compás del Son, termine con los sartenes, me quite el mandil, medio me arregle el pelo, di instrucciones a mi prole de calentar el caldo de pollo a las dos, apagar el estereo, hacer las tareas y guarde un kilo de tomates en el refrigerador, la sopa de arroz casi estaba lista, así que espere cinco minutos , shaineando mis botas, y me lleve la basura al contenedor de pasada, cuando baje había un indigente en el contendor , comiendo los restos esqueléticos de un pollo rostizado, sentí pesar pero el abuelo ya estaba en el carro, esperando desesperado y hacia una escandalera con el claxon, así que no pude hacer nada por ese hombre , ni cambio traía y ya me habían dicho mis amigos que no me acerque a esos tipos , que no veo por que me podrían lastimar, cuando solo quiero ayudarlos, pero mi fingida precaución, mi falta de cambio y la prisa con la que me llamaba el Pancho, me hicieron seguir mi camino, casi corriendo ..

Lo primero que me dijo el Pancho fue: Feliz 14 de febrero, yo arrugue la nariz y le dije es 28 de enero, el me respondió que que importancia tenia que cualquier día era bueno para celebrar la amistad y el amor, yo me encogí de hombros y dije es cierto, a donde vamos, a donde sea, dijo el abuelo.. y le subió el volumen al estereo y salimos de la zona rio escuchando a Eddie Gurme y los Panchos, las guitarras replicaban en mis orejotas de burro, y me sentía como cuando el burro Bimbo el habitante de la revu, fue a la ciudad de México, y en la foto de Ana María Herrera, luce sumiso y desconcertado. Pero no dije nada, y cante con el abuelo vereda tropical, cuatro vidas y la luna lunera…

Lo primero fue comprar unos clamatos gigantes con mucha almeja, y demasiada tabasco, por que a mi me gustan picositos: ya íbamos por el segundo cidi, y ahora un tipo raro llamado Donovan nos alegraba el camino, el abuelo se acordó de Luis Humberto Croswaihte, , yo dije un ah! y un mmmm…, dos burritos del Bol Corona, y enfilamos por la carretera vieja a Tecate muy contentos, el paisaje es seco, tan seco que da sed, en una hielerita que compramos en el oxxo, llevábamos unos seis, yo tomaba tragos aletargados, pues ya no pisteo y me hago guaje, como que si tomo, pero al Pancho eso lo tiene sin cuidado, el ruido de la troquita parsimonioso, interrumpía nuestra conversación sobre la nada, y yo miraba por la ventana, los trailers, el camino polvoriento y medio amargo,
Pongámosle otra música al camino, le dije al abuelo, saque un cidi de la Rocio Durcal y acompañados de Amor Eterno, entramos a Tecate cuando iban a dar las cuatro.

Yo ya me andaba miando, así que en la primera estación de gasolina paramos, estiramos las piernas y de ahí directo a la plaza, dos tarros de cerveza, fría nos recibieron, un cuervo se comía los restos de lo que no fue una blanca palomita, y unos perros flacos se nos acercaron, pedimos quesadillas por que el abuelo es vegetariano, y platicamos con un bolero, que no era el de Ravel, sino el que limpia zapatos, llego el Marco Morales, con una novela bajo el brazo, se sentó junto a nosotros, y no dijo ni pío, solo le mando saludos conmigo a Ignacio Habrika, yo prometí hacerlo, y nos fuimos al bar Diana, que desde luego solo quedan los escombros de lo que alguna vez fue la guarida, de los hermanos de la tribu de escritores, trovadores, locos y bohemios. Una cerveza mas para mi, cacahuetes y nueces indias, unas rolitas de Sonora para los dos, cantamos y nos contamos, historias de sufrimiento, que me duele el pecho por no amar, que los dientes por no enseñarlos junto con una gran sonrisa y los pies por no andar por las avenidas del prestigio y el éxito, hablamos de Julieta y acepte que la extraño, llego una loquita y me pidió para un taco, yo le dije al abuelo, por que siempre usan el mismo argumento, deberían de tener un discurso mas conmovedor, pero ahora hasta flojos y poco creativos se han vuelto los pedigüeños, en mi infancia allá en Jalisco, cerca e mi casa esta aun la iglesia del santuario de Guadalupe, y mi bisabuela me llevaba los domingos a misa, había un limosnero, enjuto y arrugadísimo que me decía mientras hacia ruido con una monedas dentro de un posillo de peltre azul despostillado, una limosnita por caridad de Dios, y yo me conmovía tanto que le entregaba todo mi domingo.

Le digo a la loca, ¿ y de que vas a querer tu taco? Su olor rancio me ofende la nariz , la miro a los ojos y no miro mas que gris, no hay nada dentro, el pancho me dice a esta mujer el alma se le escapo, pagamos la cuenta y le decimos a la loca que ya la bautizamos como Lucrecia, que venga con nosotros, ella nos sigue junto con sus 4 perros y su fétido olor, mis botas caminan derechito a un puesto de tacos varios y Lucrecia pide uno de milanesa otro de chicharrón el ultimo de chile relleno, comía lentamente y le daba de su mano a los perros, le compramos un café en un Oxxo y ella y sus perros nos seguían sumisos. Del brazo de abuelo, el mundo es mas bueno, lo frío de la noche me calo la espalda, me enfrío las piernas y me entumió los dedos gordos de los dos pies cansados.

Lucrecia la desalmada con sus ojos huecos, seguía a nuestro lado, me toco el pelo y me dijo bonita, yo saque el labial de mi bolsa de cosméticos y pinte sus labios agrietados de rojo pasión y no le preste mi espejito, sentí temor de que al encontrarse a si misma en el, lo rompiera en pedazos y su locura aumentara, seria mejor que continuara perdida, y no en un espejo, el pancho me dijo tiene frío, yo con cara de Leonard el del programa de televisión la teoría del Big ban, dije si, casi como quejándome y el abuelo se quito el sueter se lo dio. Nos despedimos de Lucrecia y nos fuimos a la terminal de camiones, quedaba un seis competo en la hielera del oxxo que fiel nos espero en la troquita , escurriendo el abuelo la pone en mis manos, yo no lo quiero, como voy a llegar a Tijuana con el seis ¿!
El pancho no acepta peros, y pago mi boleto de regreso con el seis de compañero.

Tengo que despedirme, el abuelo me promete vernos el martes , yo le digo adiós, las estrellas ya están parpadeando, los pasajeros con cara de hastío viajan a mi lado, yo confundo las luces de los carros con las estrellas del cielo de Tecate, un seis descansa como niño recién nacido placidamente en mi regazo, escribo en mi libreta un poema mas a los árboles, y la carretera me deja en la zona centro de Tijuana, sigo caminando con el seis, y el olor del mercado del Popo, es a putrefacción, quizás por la gente que vive en el palacio de la cultura, frente a la Dax, me subo al taxi morado que me trae a mi canton, en mi I Pop, una rola del gato Barbieri, en mi pecho el mismo corazón desolado he injusto que no es feliz a pesar de tanto que tengo.
AiMe
2901010

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