20100217

En la busqueda de las significaciones‏ ( Para Ines )

Acababa de encontrar a mi gemela en el espejo, ella era mas esbelta, graciosa en sus movimientos, proyectaba una personalidad audaz, y segura, ella era mas bella. En cambio yo paliducha, torpe, y fea.

Termine de secarme el pelo y me fui directo al Mercado Hidalgo por los nopales, y las tortillas, andaba de suerte ya que encontré que la caja de fresas había bajado de precio y por ochenta y cinco pesos compre una caja entera. Cuando estaba haciendo fila para comprar dos kilos de tortillas y uno de masa, ya me haba arrepentido de mi compra, las doce rejitas de fresas pesaban como cuatro kilos, y con los dos de nopales y las cebollas, y los chiles habaneros, ya me dolían las manos.

Estaba mirando a los compañeros de fila, cuando llego Inés, me toco con el índice arriba del omoplato y me dio que onda Aída, yo disimule mi enojo, y le dije que ondas? Me quede mirando su mochila en forma de sombrero de mago. Pensando en mis adentros no tan profundos que si le hubiera hecho eso ( de picarle la espalda con un dedo) a mi gemela, la morra no hubiera salido bien librada, pues mi gemela es intolerante y muchas veces olvida por completo la prudencia, pero la que estaba ahí en la fila era yo, la cordura andando, y como siempre soy amable y buena onda, hasta deje entrar a Inés en la fila, claro que protestaron los que estaban detrás de nosotras, y como era yo misma ,y no mi gemela pues simplemente no había fijon, si me sentí incomoda, me hice la que no escuchaba y le ofrecí a Inés un trago de mi tejuino con helado de limón, que estaba muy frío acido y salidito a la perfección, le ofrecí a Inés, nomás para fingir que no me molestaban las protestas de los que hacían cola, aclaro que ahora le cambio por cola por que los imagine como la bola de burros que se transforman en la película de Pinocho, y esas personas reunían el perfil perfecto de burro, sus zapatos llenos de lodo seguramente por las recientes lluvias, y con el pelo pastoso, sus modales abúlicos, como que nada las importa, , en cambio el yo con el pelo negro brillante, gracias el preference de loreal, y con el alaciado perfecto que me asegura ese shampoo que anuncian en la tele, y me lo deja sedoso brillante, y con una esplendida caída,

Comparaba mi hermoso pelo con las greñas de mis compañeros compradores de tortillas, cuando Inés me toma la palabra y en un abrir y cerrar de ojos ya tenia sus labios en el popote de mi bebida prehispánica, casi me da el patatús, como es que esta muchacha imprudente no sabe distinguir entre un simple atención y una propuesta seria, adiós refrescante bebida.

Cuando toco nuestro turno, Inés compro un kilo de tortillas, saco una de la bolsa y comenzó a comérsela con gusto, me ayudo con mis bolsas y cruzamos la avenida conversando contentas, cuando pasamos por el árbol feo de hojas grandes y redondas, flores naranjas de bella forma pero color desagradable, le comente mi impresión sobre ese árbol , las dos estuvimos describiéndolo como su fuera un ejercicio literario para la mejor novela de árboles que alguna vez se pudiera escribir, seguimos nuestro camino con nuestra pesada carga e tortillas y fresas pasamos por el puente y vimos sus habitantes frecuentes secando cobijas y tapetes al sol .. Pobres personas me dijo Inez, yo dije si , con cara de resignación y le comente de una nueva película, Inés hizo una larga lista de películas tristes , también de algunas, de humor negro, hasta de grandes directores, por que Inés es una cinéfila empedernida, y sin cura.

Cuando llegamos a mi cantón, ya tenia en mi cerebro la reseña de mas una docena de películas, las manos adoloridas y las botas apenas me sostenían, dejamos las bolsas sobre la mesa y también la mochila, note que se movía y le pregunte que es lo que traía dentro, Inés me dijo que un regalo y me sentí un poco apenada por mi curiosidad, que pensando como pensaría mi gemela ella no se hubiera conformado con esa respuesta hubiera ido directo a la mochila con forma de sombrero de mago y la hubiera abierto hasta saciar su curiosidad, pero no la preguntona era yo, y no me gusta incomodar a los demás.

Tomamos café y galletitas de naranja, lave unas fresas y nos las comimos con miel y queso cotage y almendras en hojuelas, me brillaban los ojos, por que las fresas me gustan mucho, pero ya estaba sintiendo en la tripería las molestias de la lactosa, parecía que mil gallinas cacaraqueaban en mi vientre. Saque una colección de rolas de los ochentas he Inés quiso cantar conecte el karaoke, y juntas entonamos algunas de Madonna, de Cindy Lupper y Boy Goerge. Con mi lindo peinado arruinado, y el corazón a punto de salirse de mi pecho, veo el reloj, apenas podremos estar a tiempo para ver el estreno de Alvin y las ardillas, salimos de prisa , casi corriendo, lo bueno que plaza rio esta muy cerca de mi casa y que era yo la que acompañaba a Inés al cine pues de haber sido mi gemela, se hubiera negado y sus argumentos serian larguísimos intolerantes y despiadados, acusaría a Inés de saboteadora de salidas, incluso se que le apuntaría con el índice y casi le picaría los ojos, enseñaría los dientes y los orificios nasales se extenderían llenos de rabia, y que decir de sus palabrotas, difícil de soportar..

Pero lo bueno que era yo que en lugar de enojarme agarre cura de nuestras botas pisando los charcos. De correr entre el trafico como en una pelicula.

Apenas llegamos a tiempo y aun así Inés insistió en comprar palomitas helado y soda, pagamos de prisa y olvide tomar toallitas, al rato a media película no hallaba n donde limpiarme los dedos, con nostalgia infantil escuchábamos a Alvin cantar recordando al imprudente pánfilo, una ardilla de mis tiempos que cantaba para los niños, Inés no lo conoció, tuve que platicarle en medio de la película, y varias veces nos callaron.

Salimos satisfechas del cine, cruzamos a la plaza nos sentamos en la barra del sótano todavía tenia vigencia el dos por uno así que pedimos una jarra de cerveza ámbar y nos dieron dos, cuando nos vio el vampiro, bajo de la cabina de sonido y nos saludo muy efusivo, platicamos de unas rolas le pedí pusiera alguna de Stix o de Toto, quizás Alan Parsons,

Llego en ese momento nuestro plato de bocadillos y sin pedir permiso el vampiro tomo en pedacito de jamón serrano y queso, arquee la cejas con admiración , pues de haber estado ahí mi gemela, seguro tiraria el plato al piso, se haría la tonta y fingiendo arreglarse el pelo, diría ay que tonta soy, pero no la que estaba ahí era yo, me quede en silencio con ganas de preguntar que si había descuento cuando un empleado meta la mano a el plato de los clientes, Inés buscaba su destino el el fondo del vaso michelado, yo estaba ansiosa por escuchar las rolas prometidas por el vampiro y movía el pie derecho al compás de una rolita de Santana. Cuando el Vampiro se despidió y su jugosa boca toco mi mejilla, aspire el olor del shampoo , lo bueno que era yo, por que de haber estado ahí mi gemela, seguro se hace la despistada y le pone los labios, cuando el le preguntara por que hiciste eso, ella contestaría para conocerte mejor, el respondería me dicen el vampiro no el hombre Lobo, mi gemela, pondría cara de enfado y le daría la espalda, en cambio yo, solo veo un cielo enorme y despejado dentro de sus ojos limpios, suspiro y le digo al rato nos vemos.

Las rolas ochenteras se comenzaron a escuchar, Inés quiere Rock en español, yo apruebo su petición, y le doy al mesero una servilleta donde Inés anoto los títulos de algunas rolas que fueron populares en los 90tas. Lo bueno que era yo, por que de haber sido mi gemela, seguro rompería la servilleta en pedacitos con rabia, no le daría explicación por supuesto, por que ella nunca explica ninguna de sus acciones, pero como la conozco muy bien se que no puede con los recuerdos , y con Café Tacuba, y los hijos del quinto patio, y algunas de Tijuana no, recuerda a sus hermanos, y no puede con el recuerdo y entre copas y lagrimas no diría el motivo de su pesar , solo se encogería de hombros iría al tocador a arreglarse el maquillaje, y pintarse los labios de un rojo mas profundo,

En cambio yo, escucho esas canciones, y nomás suspiro, disimulo el dolor y me hago la que no escucho, niego cualquier sufrimiento y hasta tarareo la negra Tomasa, y bailo el microbito,



La noche nos enfría la conciencia las horas terminaron con nuestro poco dinero. Inés saca de su mochila un conejo y lo pone en las manos, casi me da el patatús por que le tengo fobia a los animales peludos, ella no entiende el por que de mi cara de susto, y yo con el conejo en mi regazo le agradezco el detalle, mientras ella me dice que se llama Lewis Carroll, ah que chido además tiene apellido! Me río, y el conejo quiere escapar de mis piernas, pagamos la cuenta nos están echando del lugar no se admiten mascotas, nos dice el empleado, yo pienso en los burros, los cochinos y los perros que con corbata se rien a carcajadas en las mesas de al lado, pero lo bueno que soy yo, de haber estado ahí mi gemela, la arma en grande, alegando violación s sus derechos mentando madres y tirando al piso todo lo que encontrara a su paso, pero soy yo la que esta ahí, con Inés en completo control el conejo peludo que me da miedo entre las manos.



Casi don las doce cuando me despido de Inés, ya lleva dos miadas de conejo mi falda negra. Inés me dice adios y me ofrece su mochila en forma de sombrero de mago para el conejo, yo la acepto y siento un gran alivio cuando dejo de sostener a ese animal paton y orejudo,



Llego a casa y mis hijos jubilosos reciben al conejo Lewis. Cuando me miro en el espejo, encuentro mi cara..chin! he dejado de ser yo, soy mi gemela y al día siguiente el guisado es de conejo.

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