20110524

Francisco Morales y yo (no encontre otra foto)


Y me lo dijo pero con pena..
El pregón de los vendedores ambulantes opaco la canción que salía de su boca marchita y llena de grietas, los pellejos de sus labios brotaban manifestando la deshidratación del día siguiente, el olor rancio de la cerveza llegaba hasta nuestras narices ,un auto a gran velocidad piso los charcos y nos salpico de lodo y aceite.
>Así es la zona norte< nos dijo un poli que comía desenfadadamente unas tostadas de ceviche, El jugo de las tostadas escurría entre sus dedos, y manchaba su barbilla, las gotas iban a formar círculos sobre su pantalón percudido, para mis vísceras escrupulosas era inevitable no sentir repugnancia al ver sus uñas negras de mugre y su miradita lasciva sobre las putitas jóvenes de la zona que paradas afuera de los bares nos miraban indiferentes, el Pancho y yo evitábamos dar una ojeada asombrados, intentado no ser descubiertos en nuestra inexperiencia por esos rumbos de rumba y perdición sembrados de mujeres jóvenes de piel tersa, de muslos fuertes y lisos. No encontramos rastros de tristeza, no encontramos melancolía en sus bocas, no había una migaja de pudor asomándose en su gesto,¿ De donde vienen estas mujeres le pregunte al abuelo? No me respondió, le dio un trago más a su pachita, cerró su gabardina desgarbada, me jalo del brazo para evitar que un bato me atropellara con su bicicleta. Un hombre viejo saco una bolsa de plástico y sembró sobre el pavimento maíz quebrado para alimentar a las palomas, una mafia de parásitos alados apareció de inmediato bañando mi cabeza con las partículas de polvo que sacudían sus alas, imagine a mi madre sacudiendo sus cobijas muy temprano en la mañana, con las primeras luces del día, amanecida en el balcón, en nuestra vieja colonia de Tijuana. Y como en aquellos recuerdos que ahora solo son un sueño muy lejano y borroso vi entre las alas de las palomas los brazos fuertes de mi madre barriendo la cocina, escuche su voz clara y naranja cayendo sobre las losas del patio, vi la luz en rebanadas en el plumaje gris de las palomas en las piernas con piel de gallina de las putitas que cruzadas de brazos intentaban calmar un poco el frió de la tarde. Las canciones salian con violencia a través de la puerta oscura de las cantinas, el acordeón y la voz flácida de la rocola adornaban nuestros pasos, la noche le ganaba territorio a la tarde y mis zapatos ivan dejando rastros de mis huellas, que con la primera lluvia del día desaparecerían de la calle primera y constitución diseminada de chicles y orines, a unos pasos las alabanzas de la iglesia cristiana se esparcían por entre las cortinas , los panderos y los cantos gritaban aleluya mientras una mujer salía en bata de satín negra para irse a la cama con el cliente de turno, El abuelo y yo tenemos la cámara repleta de fotos, una tiendita de servicio rápido nos espera, el café hierve y lo tomamos sin azúcar…

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