Estuve viajando en ti
tocando con las pestañas de mis ojos desvelados tus labios
con esa sonrisa ámbar que ya se instalo en tu cara
y mis dedos en esa prisa discreta alcanzan a tocar una de tus manos,
que no dice un ay!
Que no dice: ¿si?
Solo sujeta mis soledades y mágicamente se deshace de ellas
yo voy rindiéndome cada día un poco
convirtiéndome en esa costilla llamada Eva.
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